viernes, 14 de diciembre de 2007

UNA PATRONA MUY QUERIDA ENTRE SUS FIELES

Hoy, al sentarme a escribir un nuevo post para mi blog, pensaba en el tema o motivo a escribir para tal efecto, y pensando, pensando, me vino a la mente el día de ayer. ¿Por qué el día de ayer? pues porque ayer se celebró en todo el mundo el día de Santa Lucía la patrona de los ciegos.

Llevaba bastante tiempo pensando en escribir un post y dedicárselo a esta Santa que nos representa, pero entre tantas cosas que surcan mi mente, el día se pasó y el post no lo escribí, por ello, lo escribo ahora, y lo hago dejándote una noticia muy interesante que encontré por la red que data de octubre de 1981 que me causó mucha impresión al leerla por la crueldad de los hechos que sucedieron en aquel día. Después, cuando te hallas recuperado del impacto de la lectura de la noticia, te puedes relajar leyendo su historia, que bajo mi punto de vista es una buena historia para tan buena persona como lo fue Santa Lucía.

Espero que te guste este post que con tantas ganas tenía de dedicarle a mi patrona.

NOTICIA SOBRE EL ROBO DEL CUERPO DE SANTA LUCÍA

Los dos bandidos, que se cubrieron el rostro con un pañuelo gris, obligaron al párroco, Giuseppe Manzato, y a una joven pareja en viaje de novios a tumbarse boca abajo en el suelo de losa de la iglesia. Mientras uno les vigilaba amenazándoles con la pistola en la mano, el otro cumplió la difícil operación de romper el doble cristal de la urna, penetrar agazapado dentro del gran relicario y sacar a pedazos el cuerpo acartonado de la santa, conocida en todo el mundo por los milagros hechos a los enfermos de la vista.La llegada del sacristán, que corrió al teléfono para llamar a la policía, hizo que los bandidos, al salir corriendo, dejaran una parte del botín: la cabeza de la santa, la falange de un dedo y la máscara de plata que le cubría el rostro. Cuando llegaron los carabineros, los ladrones se habían perdido, sin dejar huellas, en la oscuridad de los canales de Venecia.

La noticia corrió como una bomba. El patriarca cardenal Marco Ce se presentó en seguida en el lugar del sacrilegio y después de haber orado se limitó a escribir de puño y letra en un pedazo de papel pegado con chinchetas en la puerta de la iglesia: «Se invita a los fieles a rezar en señal de reparación». Desde el púlpito de aquella iglesia habían predicado cientos de veces el papa Juan XXIII y el papa Luclani, antecesor del papa Wojtyla.

Ahora la pregunta que se hace es qué sentido puede tener hoy, en el siglo XX, robar el cuerpo de una Santa. Mientras se espera de un momento a otro una llamada telefónica de los secuestradores para conocer la finalidad del sacrilegio, se multiplican las hipótesis.

La policía pone, en primer lugar, la hipótesis de un secuestro con interés económico. Miles de devotos están ya telefoneando a la curia patriarcal de Venecia para decir que están dispuestos a contribuir, si los bandidos piden dinero para devolver los huesos de la santa. Pero es también esta la hipótesis que más preocupa políticamente. ¿Qué va a suceder, se preguntan ministros, obispos y cardenales, si se abre un capítulo nuevo de secuestros de los muertos? Se imaginan ustedes, decía ayer un concejal de Nápoles, lo que pasaría si un comando robara la reliquia de la sangre de san Jenaro o el cuerpo de san Francisco de Asís? ¿Cómo va a ser posible proteger militarmente todas las reliquias de los santos de Italia?».

Pero tampoco se excluye que en este robo esté por medio la mano de la Mafia siciliana. Resulta que santa Lucía era de Siracusa, en Sicilia, y ya con Juan XXIII y con el papa Luciani, y recientemente con el cardenal Ce, patriarca de Venecia, ha habido presiones muy altas para que la santa famosa vuelva a su lugar de nacimiento. Siempre ha habido amenazas de robar a la santa. Los sicilianos, durante siglos, se han tenido que contentar con un dedo de santa Lucía, que se venera, en su iglesia de Siracusa. La leyenda cuenta que, para obtenerlo. un devoto sicillano llegó a Venecia, pidió al obispo el privilegio de besar el cuerpo momificado de la santa y, cuando obtuvo el permiso, en vez de darle un beso le dio un bocado, y se llevó el dedo escondido dentro de la boca.

Por otra parte, santa Lucía es la santa más secuestrada de la Iglesia. Fue robada en Siracusa, en 1039, por los bizantinos; en Constantinopla, el año 1204, por los venecianos, y en Venecia, en 1400, nada menos que por un grupo de monjas agustínianas. Pero se trató siempre de gestos de devoción. Esta vez duele el sacrilegio de las pistolas y todo lo que esto podrá arrastrar.

(Octubre de 1981)

Breve reseña sobre Santa Lucía

El nombre de Lucía quiere decir "luz", "luminosidad". Nació a finales del siglo tercero en la ciudad de Siracusa, capital de la isla de Sicilia (Italia). Perdió a su padre cuando tan sólo tenía 5 años de edad, y su madre de nombre Eutiquia, fue la encargada de educarla en la fe cristiana.

sus padres eran ricos y nobles. Se cuenta que su madre la prometió a un joven apuesto de la ciudad, sin el consentimiento
de ella, ya que Lucía, lo único que quería era consagrarse virgen al Señor y seguir sus enseñanzas evangélicas. Pero antes que el "noviazgo" siguiera adelante, su madre, Eutiquia, enfermó gravemente y la joven se dedicó rápidamente al cuidado de ella. Gracias al impulso de Lucía, las dos se dirigieron a un pequeño santuario donde se veneraba a Santa Águeda, en la población de Catania, con la esperanza que por la intercesión de dicha santa, Eutiquia recuperase la salud. Postradas ante el sepulcro de Santa Águeda, empezaron a suplicarle y rezarle durante varias horas hasta que presa de fatiga, Lucía cayó en un profundo sueño en el cuál se le apareció Santa Águeda que le dijo: "Lucía, queridísima hermana, ¿porqué pides por intercesión de otra lo que tú misma, por la fe que tienes en Jesucristo, puedes obtener para tu madre? Has de saber que tu fe le ha alcanzado la salud y que, así como Jesucristo ha hecho célebre a la ciudad de Catania por consideración a mí, de la misma manera hará célebre y gloriosa a la ciudad de Siracusa por causa tuya, porque le has preparado una agradable morada en tu corazón virginal". Al oír estas palabras Lucía se despertó y vio llena de júbilo como su madre se recuperaba de la enfermedad que padecía. Eutiquia comprendió cual era el camino que deseaba el Señor para su hija, y las dos regresaron a Siracusa con la intención de consagrarse al señor y de distribuir sus bienes a los pobres.

Enfadado por la actitud de aquellas dos mujeres, el joven prometido las delató como cristianas al prefecto de la ciudad. Esto bastó para que Santa Lucía fuera detenida. Llegaba la hora tremenda y solemne de confesar ante los miembros del gobierno su fidelidad a Jesucristo.

Y aquí... es donde tenemos que sacar a relucir la conocida acta de martirio de Lucía ante el prefecto Pascasio. Después que la santa declarase su fe y de no querer renunciar a ella, el prefecto la amenazó de la siguiente manera:

-Tus palabras se acabarán cuando pasemos a los tormentos.
-A los siervos de Dios -respondió Lucía- no les pueden faltar las palabras, ya que les tiene dicho nuestro Señor Jesucristo que "Cuando seáis llevados ante los gobernadores y reyes, no os preocupe cómo hablareis, porque se os dará en aquella hora lo que habéis de decir. No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu Santo el que hable en vosotros".
-¿Crees, pues, que el Espíritu Santo está en ti y que es él quien te inspira en lo que dices?
-Lo que yo creo es que los que viven piadosa y castamente son templos del Espíritu Santo.
Pascasio, sin comprender todo el alcance de estas palabras, le dijo:
-Pues yo te haré conducir a un lugar infame para que te abandone el Espíritu Santo.
-Si por fuerza mandas que mi cuerpo sea profanado, mi castidad será honrada con doble corona.-Respondió Lucía.

Dicen las actas del martirio, que cuando los soldados quisieron arrastrar a la santa para llevarla a un prostíbulo y de esta manera deshonrar su castidad, no pudieron, ya que una fuerza superior la retuvo inmóvil. Todo fue inútil. Ante tal fracaso, ensayaron un nuevo tormento y mandaron que allí misma fuera cubierta de resina y que fuera rodeada de una gran hoguera. Ante tal bestialidad, aún le cobraron fuerzas a Lucía para decir:
-He rogado a mi Señor a fin de que no me dominase este fuego, y he conseguido un aplazamiento a mi martirio.
Y efectivamente, cuando las llamas desaparecieron, se pudo comprobar que Dios había realizado lo que Lucía predijo: el fuego no le había causado el menor daño.

La conmoción de las gentes fue enorme. Y el prefecto aún le entró más odio. Se acercaba para Lucía el final de su combate. El prefecto mandó que su garganta fuera atravesada por una espada. Era el 13 de diciembre del año 300, día que se celebra su onomástica.

Otra versión narrada en La Edad Media, dice que su prometido ordenó al prefecto que le sacaran los ojos para así no ver, y éstos volvieron a crecer siendo el milagro más conocido de Santa Lucía. Sus ojos fueron colocados en una bandeja de plata y representa la luz que nos guiará a todos en nuestro camino. De ahí que sea la patrona de los ciegos.

1 comentario:

Callejuelo dijo...

Pues felicidades entonces por tu santa. Entonces despues de narrarnos el extraño robo de la santa, se ha recuperado el resto del cuerpo o sigue en paradero desconocido, puesto que ya ha pasado más de 25 años de lo que has contado. Bienvenido de nuevo